lunes, 22 de noviembre de 2010
Jamones de Granada, un recuerdo y una sorpresa 2.0
Acabo de participar en un cursos sobre Gestión de la Innovación en el que los participantes, una vez superados ciertos contenidos teóricos, teníamos que debatir durante una semana en un foro intercambiando ideas, opiniones, conocimientos... Ha sido una experiencia realmente enriquecedora que terminaba en teoría ayer. Muchos de los contenidos aportados eran novedosos y originales pero hete aqui que hoy, "fueeeeeera de programa", me encuentro con un enlace a una iniciativa que me motiva especialmente y me llama a escribir: Apadrina un Jamón
Hace 19 años tuve que pasar tres meses en Granada por razones de trabajo, iba los lunes y volvía a Tenerife los viernes. Las combinaciones desde aquí no eran precisamente fluidas por lo que la mayoría de las veces iba a Málaga y de allí, en taxi, a Granada (eran tiempos en que las empresas eran ricas y los taxis baratos). Los viernes volaba a Madrid y de allí a Tenerife. Sin embargo un viernes por problemas en Barajas el vuelo se suspendió por lo que pedí al taxista que me había llevado del lugar de trabajo al aeropuerto que, si estaba dispuesto, me llevase a Sevilla al día siguiente a primerísima hora de la mañana (salimos de Granada a las 5 y media). A raiz de ese viaje acordé con este señor que me iría a buscar a Málaga los lunes por la mañana ya que su conocimiento de las carreteras era mejor que el de sus colegas malagueños (era en año 91 y los fastos del 92 estaban por celebrarse por lo que las carreteras andaluzas o no estaban o estaban en obras) por lo que durante las siguientes 6 ó 7 semanas tuvo asegurado un ingreso sustancioso y yo un servicio impecable. Cuando llegó el final de mi asignación se lo anuncié con un par de semanas de antelación ya que imaginaba que tendría que reajustar su agenda. Y llegó el día de la despedida. Cuando llegamos al aeropuerto (había seguido llevándome también cuando los viernes me iba a Madrid) me dijo que había ido al pueblo y me tenía un "detalle" lo cual me hizo pensar en algún dulce o artesanía. Cual no sería mi sorpresa cuando del maletero del taxi sacó, convenientemente embalada, ¡¡una paleta de 5,5kilos!! Mis protestas no sirvieron de nada y me vi obligada (bendita obligación) a aceptar aquel suculento presente del que dimos cumplida cuenta, probablemente en mucho menos tiempo del que pensaba cuando lo recibí.
Lamentablemente nunca he vuelto a Granada, cosa que siento porque, además de sus indudables bellezas y de este regalo, recuerdo lo bien que comí los meses que estuve allí y lo bien que quedé haciendo de anfitriona gastronómica para otros compañeros. Siempre he recordado ese gesto con afecto y creo que Apadrinar (¿amadrinar?) un Jamón de Granada es una forma sentimentalmente muy adecuada para renovar el contacto. Espero tener la oportunidad si Jamones 2.0 me lo permite.
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1 comentario:
Es una anécdota preciosa, y es muy bonita la idea de seguir alimentando la conexión a través de este tipo de iniciativas. Una vez más la gastronomía sin tantas espumas, ni baños de oro, alimenta experiencias tan estupendas como ésta.
Un placer encontrarte y enhorabuena por el blog.
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